No, no nos ha pegado un infarto cerebral, esta semana toca visitar el Inframundo y conocer a Hades. ¿Cómo? Encarnando a su hijo, Zagreo, el príncipe del reino de los muertos. Alguien que, como os podréis imaginar, está algo más que cansado de ver muertos, espectros y criaturas de todo tipo. Y por eso mismo decide que ya ha llegado el momento de hacer algo al respecto, ésta es su aventura, una y otra vez. Porque sí, el juego es un roguelike y vas a hacer lo mismo decenas de veces. ¿Lo peor? Que te va a encantar.
Mata, muere, repite
De eso va Hades, de hacer lo mismo (o casi) una y otra vez, una eterna escalada fuera de los dominios de tu padre que, en la mayoría de ocasiones, va a terminar contigo volviendo al pozo. ¿Lo bueno? Que a diferencia de otros juegos del género, hay mejoras que se mantienen de forma permanente entre partidas. Por lo que palmarla, a veces, no nos va a doler tanto como debería.
Y es que, en la siguiente run vas a volver a enfrentarte a casi los mismos enemigos, pero con más poder de tu lado. También con más habilidad, fruto de la repetición, si, que al final es lo que importa.
4 botones, un mundo de posibilidades
Eso es lo que tienes, eso es lo que vas a usar, 4 botones. En la versión de Switch esto tiene mucho más sentido, claro, es mucho más intuitivo. En la versión de PC, sinceramente, te recomendamos usar un mando. En nuestro «arsenal» tenemos esquivas, ataque ligero, ataque especial y ataque a distancia. No hay más, no necesitamos más.
Porque la clave de este juego pasa por convertirse en un maestro de esos 4 botones. Perfeccionar los timings, saber qué combos funcionan mejor con qué enemigos y, sobre todo, no dejar que te de un solo golpe. Ese es el espíritu de Hades.
Conoce al Olimpo por el camino
No eres el único que está hasta el gorro de Hades, claro. El resto de dioses del Olimpo se han dado cuenta de tu jugada, y están dispuestos a ayudarte con sus favores. «Power-ups» que van desde una ventana más amplia de esquivas hasta poder devolver los ataques de los enemigos. La parte buena es que hay tantos de estos que se te olvidarán, la parte mala es que estos no se guardan de partida en partida.
Lo que nos obligará a jugar de forma táctica. Hay ocasiones en las que elegir el camino de los dioses nos vendrá bien, en otras, nos beneficiará acercarnos a Caronte y su tienda de objetos. También habrá que tener en cuenta qué queremos hacer en esta run, si volvernos locos pulsando botones o ser el maestro de las esquivas y que no te toquen un pelo. A lo mejor te interesa cambiar velocidad por daño, las posibilidades son casi infinitas.
Difícil, pero no mucho
Hades no es un juego que te vayas a pasar del tirón la primera vez, ni la segunda, ni la tercera. Pero a lo mejor a la vez número 20, el juego ya no es un infierno para ti. Y, con algo de suerte, después de 30 veces palmando contra el mismo enemigo, la vez número 31 puede que llegues al final. Y la vez número 35 ya serás una máquina.
Y es que, en Hades, la dificultad está muy bien medida. No vas a llegar al punto de la frustración, como puede pasar en otros juegos, pero tampoco te van a regalar nada. Ahí es, precisamente, donde está la magia. Es un desafío lo suficientemente interesante como para seguir, pero no tan exigente como para dejarlo. En definitiva, esto es Hades.