«Biomutant» se anunció al mundo con grandes expectativas y una propuesta más que interesante. Eres un ser mutante en un mundo destruido que tendrás que explorar. Hasta aquí todo bien, ¿no? Pues, según parece, no del todo, porque tanto la crítica profesional como los jugadores están algo más que decepcionados con el juego. ¿Las razones? ¡Sigue leyendo y descúbrelas!
Un mar de contenido, un dedo de profundidad
Lo más repetido de «Biomutant» es que muerde más de lo que puede masticar. Es decir, se mete en muchos jardines de los que no termina de saber salir. ¿El resultado? Muchos de sus apartados y mecánicas no terminan de hacer «click» con el jugador. La primera, y más visible, es un narrador que te ahoga constantemente con muros de texto (y voz) al iniciar la aventura. Si encima a eso le añadimos que todos los diálogos los oyes dos veces, uno con el idioma propio de los personajes y otra en español, la cosa no hace más que empeorar.
Una vez superada esa «barrera» de entrada, nos encontramos con misiones repetitivas de las que «vista una, vistas todas». Algo que se repite en todas las líneas argumentales del título. Incluyendo cosas tan molestas como «introducciones» en cada oleada en las fases de matar varios enemigos. Cosas que, para muchos juegos, eran únicamente un atisbo del pasado.
Un mundo abierto que no da la talla
Otro de sus caballos de batalla era un mundo abierto que nos iba a sorprender con las mutaciones y demás peligros que surgieron tras el cataclismo. Sin embargo, una vez mas, «Biomutant» no da la talla. Pocos eventos, pocos enemigos y poca o ninguna motivación para perderte y explorar un mundo post-apocalíptico.
Si a eso le sumamos que hay momentos en los que da la impresión de que hemos vuelto a la generación de PS3, la cosa no mejora nada, claro. Eso sí, la dirección artística del juego es más que salvable. De hecho, es lo que más brilla mientras lo juegas.
El lado positivo
No todo iban a ser cosas negativas, por supuesto. Y es que en «Biomutant» hay muchas buenas ideas bien llevadas a cabo. El hecho de que puedas elegir cómo va a ser tu personaje es uno de sus puntos fuertes. Porque puedes crearte tu propio «Rocket Raccoon», que siempre gusta. Por otra parte, el sistema de crafting también hace muchas cosas bien.
Juntando las piezas que vamos recibiendo podremos crear nuestro arsenal y, como siempre, cuanto más loco mejor y más destructivo. Desde espadas a ametralladoras, el mundo es tuyo para crear. Si el juego no se viera lastrado por una narrativa pobre y un mundo abierto vacío, sería una de las joyas de la generación. Sin embargo, no lo consigue, y nos queda un juego disfrutable, pero algo mediocre.